sábado, 20 de octubre de 2007

EN LOS MEJORES CINES


Historia
Tras la caída de Madrid en manos de las tropas Nacionales y el fin de la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadas intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea, de 21 años. Tras el golpe de Estado del coronel Casado y el fin de la guerra, los dirigentes del PCE y las JSU habían abandonado España, dejando la organización en manos de militantes poco significados, los cuales, esperaban, podrían pasar más desapercibidos. José Pena, secretario general del Comité Provincial de las JSU, fue detenido por una delación, y obligado, según sus partidarios, bajo tortura, a dar todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada. Roberto Conesa, policía infiltrado en la organización, colaboró también en la caída de la organización (Conesa fue posteriormente comisario de la Brigada Político-Social franquista y ocupó un cargo importante en la policía durante los primeros años de la democracia). La práctica totalidad de la organización clandestina cayó de este modo, sin apenas posibilidad de reorganización. La mayor parte de los detenidos aún no había tenido tiempo de integrarse en la organización clandestina o apenas acababan de hacerlo. A la captura de los militantes ayudó el hecho de que los ficheros de militantes del PCE y las JSU no habían podido ser destruidos, debido al golpe de Estado del coronel Casado, y fueron incautados por los nacionales al tomar Madrid. Entre los detenidos se hallaban las Trece Rosas, que fueron arrestadas y conducidas a instalaciones policiales, donde fueron torturadas -también según sus partidarios-, y después a la cárcel de mujeres de Ventas, una cárcel construida para 450 personas en la que se hacinaban 4.000, debido a la falta de infraestructuras por el fin de la Guerra Civil.
El 27 de julio, Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, inspector de Policía Militar de la 1ª Región Militar y encargado del "Archivo de Masonería y Comunismo" (archivo que agrupaba los documentos recopilados por las tropas de Franco en su avance durante la guerra), su hija y su chófer fueron asesinados en Talavera de la Reina, en un oscuro incidente del que fueron acusados tres militantes de las JSU. Como represalia, 56 jóvenes de las JSU encarcelados (en su mayor parte antes del asesinato, aunque, naturalmente, después también), entre los que se encontraban las Trece Rosas, fueron llevados a juicio ante un Tribunal Militar el 3 de agosto (expediente 30.426), acusados de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el "orden social y jurídico de la nueva España", y condenados, por "adhesión a la rebelión", a pena de muerte. En la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, fueron fusilados los 56 miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas, entre los que se encontraban las Trece Rosas

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